Importancia del control de Cydia pomonella L. en manzana

jueves, 18 de abril de 2024

La palomilla de la manzana, Cydia pomonella L. (Lepidoptera: Tortricidae) es una de las plagas de insectos más importantes en el cultivo de la manzana, debido a que sus larvas se alimentan dentro de los frutos, causando un daño directo, dejando un agujero antiestético. Esta plaga también puede infestar a otros cultivos como pera, durazno, membrillo, arándano, ciruela y cereza.

La palomilla de la manzana es originaria de Europa Oriental y ahora también se presenta en algunas partes de África, Asia, Norte América, América del Sur, Australia y Nueva Zelanda.

En México se cultivan 58,500 hectáreas de manzana y el principal productor es el estado de Chihuahua, su aportación es del 82% de la producción total a nivel nacional, la superficie que representa es de 28,343 hectáreas y una producción aproximada de 586,593 toneladas por año. Es por eso que se considera un riesgo fitosanitario muy importante la presencia de Cydia pomonella L. en México.

Dependiendo de las condiciones ambientales, la palomilla de la manzana tiene dos o tres generaciones por año. Pasa el invierno en la etapa de pupa en áreas protegidas en el tronco o en las hojas que caen al suelo (hojarasca-hoja basura), mismas que se ubican en la base de los árboles. La etapa de pupa ocurre generalmente en primavera generalmente al momento de la floración y es cuando los adultos emergen. Los adultos están activos al anochecer ya que es cuando depositan los huevos en las hojas y frutos. La larva se alimenta del fruto y puede perforar hacia el centro del fruto con la finalidad de alimentarse, a medida que maduran las larvas van aventando (de adentro hacia afuera del agujero) la excreta que van acumulando. Después de un mes la larva deja el agujero (fruto) para buscar un lugar seguro y así poder hilar el capullo y finalmente emerger en 2 a 3 semanas como un nuevo adulto.

Es muy importante implementar métodos de monitoreo, dado a la importancia del daño que puede ocasionar Cydia pomonella L.

Hasta el momento, las trampas de feromonas son las que se utilizan para poder elaborar un monitoreo de la palomilla. 

En Chile, por ejemplo, han implementado programas que permiten monitorear sólo machos adultos y con ellas se obtiene información en el desarrollo de sus curvas de vuelo, información que se extrapola a las hembras. Desde la fecha de instalación, las trampas se deben revisar cada 2-3 días hasta la detección del biofixI. Los emisores deben instalarse a más tardar a mediados de septiembre de cada temporada y las trampas de feromonas sirven para estimar la presión de la plaga en una temporada determinada, para decidir el uso de un control complementario a los emisores de feromona. Generalmente los agricultores y/o productores de manzana tienen una baja tolerancia (<1%) para lesión de la palomilla de la manzana (>1fruta/100, generalmente se considera inaceptable si las trampas de feromonas atrapan más de una a dos por trampa durante dos semanas consecutivas, puede ser necesario el control con el insecticida. Es por eso que el control debe ser oportuno y efectivo. No olvidemos que esta parte es muy crítica porque las hembras emergen con huevos maduros y pueden aparearse y poner huevos en un período de dos días.

I Biofix es el momento a partir del cual se contabilizan los grados-día que permiten pronosticar la aparición de los diferentes estados de desarrollo de la plaga y en términos prácticos significa la captura sostenida de polillas en dos o más revisiones sucesivas.

Las tácticas de control han dependido mucho de los insecticidas químicos controlando larvas recién eclosionadas principalmente. Debido a la fuerte dependencia de control químico para controlar la palomilla de la manzana, ha habido reportes de resistencia e incluso de resistencia cruzada a múltiples clases de insecticidas, tales como organofosforados, carbamatos, hidrocarburos clorados y piretroides que han sido documentados. Hay múltiples mecanismos detectados de resistencia a insecticidas. Los principales mecanismos de resistencia a insecticidas en Cydia pomonella incluyen resistencia metabólica basada en actividad enzimática reducida o aumentada de esterasa no específica (EST), la acción de la enzima glutatión S-transferasa (GST) y del citocromo P-450 monooxigenasa (P450) que están relacionadas con resistencias cruzadas a los insecticidas. La resistencia a los insecticidas es un problema generalizado para el manejo de la palomilla en todo el mundo, que reta al sector a implementar un enfoque más holístico en el manejo de la plaga.

Existe una amplia gama de alterativas para el control de la palomilla, que pueden ser soluciones biológicas y químicas. Se han recomendado distintos ingredientes activos para el control de la palomilla, sin embargo entran variantes para adecuar los cuadros de manejo por sus carencias en etapas de control, números máximos de aplicaciones, intervalos en días de reentrada e intervalos a cosecha, sin dejar a un lado el tema controversial de la resistencia que genera la palomilla. 

Dentro de las alternativas químicas se encuentran 11 modos de acción disponibles, según el Comité de Acción de Resistencia a los Insecticidas (IRAC por sus siglas en inglés), entre ellas productos de las familias como: carbamatos, organofosforados, piretroides, neonicotinoides, spinosinas, avermectinas, bezoilureas, oxadiazinas y diamidas.

Dentro de los ingredientes activos de los organofosforados se encuentra el Fosmet, ingrediente activo único en el mercado y que en Europa es considerado como el mejor producto de este grupo, por la naturaleza de su ciclo y por la ausencia del átomo de cloro en su estructura, además por su baja toxicidad a fauna benéfico.

Fosmet es un insecticida formulado en polvo humectable, (Fosmet al 50%), que actúa por contacto e ingestión, su mecanismo de acción es inhibir la actividad de la enzima acetilcolinesterasa.

Es muy importante recordar que la eficacia de Fosmet se potencializa cuando el pH del agua de aspersión se ajusta entre 5.0 y 5.5. Se recomienda utilizar un volumen de agua de 1,000 a 2,000 litros por hectárea en aplicación terrestre.


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